Relatos de Santiago, Delia y Luisina

JUAN

Juan dormía muy plácidamente acurrucado en su cama, al despertarse y mirar la hora se dio cuenta que de dormido había parado el despertador y ya faltaba poco tiempo para la entrada al colegio. De un salto salió de la cama y trató de hacer las cosas que hacía todos los días pero esta vez en un tiempo mucho más reducido y no con tantos detalles como lo hacía los días anteriores, al estar tan dormido se pone las zapatillas al revés pero se da cuenta, se las pone bien y se olvida de atarse los cordones. Él sale de la casa a los apurones corriendo y medio dormido cruza la esquina sin mirar y en una de las calles venía un auto pero éste llegó a frenar porque su conductor venía atento y despacio, Juan se salvó de no ser atropellado, él sigue sin darse cuenta del riesgo que corrió, sigue caminando al llegar a la ruta ve que vienen autos pero tiene tiempo para pasar, cuando está cruzando la ruta en el medio de la misma se pisa los cordones y cae sobre el asfalto.
Santiago


UN FRÍO GOLPE


Eran las once y media de la mañana cuando Sol se levanta, un poco desganada por el frío del día ventoso de invierno, y comienza a pensar que pronto será la hora de almorzar y que con ganas o no tiene que cocinar.
Se dirige hacia la cocina, abre las alacenas buscando lo que necesita para preparar el plato que conformara el menú del día, el que todavía no ha elegido y que por el malhumor que carga le cuesta decidir, imagina el plato caliente que solía preparar su madre cuando niña y se saborea, siente el calor de ese plato corriendo por su boca y pasando por su garganta. En ese momento reacciona y sin perder mas tiempo se dirige a la puerta de entrada, toma el saco que cuelga del perchero detrás de la puerta junto a las llaves, se lo pone, abre la puerta y la cierra nuevamente porque se da cuenta que el saco no será suficiente abrigo para el frío de la mañana, esa mañana helada de invierno, helada y odiosa que cuela el frío por entre la ropa.
Entonces sube a su habitación, toma un gorro y una bufanda, baja y corre hacia la puerta, sale y cierra con llave. Ahora con paso apresurado camina al almacén que se encuentra a tres cuadras, pero el viento que golpea la cara le hace pensar que no va a poder llegar a tiempo. De repente, cuando busca cruzar la vereda, un bollo de alambre le enreda el pantalón, por su paso apresurado este nudo travieso le hace tropezar, y el cordón amarillo de la vereda golpea su cabeza, siente un dolor muy fuerte en la nuca, un dolor que la desvanece y la deja tirada e inconsciente.
No muy lejos se puede ver que avanza a gran velocidad un auto azul, que repentinamente aprieta el pedal del freno, las ruedas chillan y se puede sentir el olor al caucho quemado por el asfalto, y el auto se eleva unos centímetros, y el conductor siente un golpe seco, y se puede sentir el dolor al ver la cara de ese hombre, y el frío que corre por su espalda, que no es el del aire del auto, ni el de la mañana fría de invierno, ni del viento, era un frío insoportable, de un error inesperado, un frío que cambiará la mañana de ese lugar.

Delia

Una burla del destino

Eran las ocho de la mañana de un día calido de verano, cuando comenzó a sonar el despertador que indicaba ya la hora de levantarse. Fue en ese momento, cuando Pablo, rápidamente se levantó y se vistió para ir a llamar a su hermano que se encontraba en el piso de abajo, para que desayunara con él como lo hacían cotidianamente. Una vez listo, sale de su departamento y camina tranquilamente por los amplios pasillos. Al llegar a la puerta gris, la abre y sube al ascensor, aprieta el botón negro para bajar al octavo piso, pero sorpresivamente el ascensor deja de funcionar y las luces se apagan.
Pablo, atemorizado, comienza a gritar desesperadamente. Ya habían pasado treinta minutos y él seguía atrapado sin obtener respuesta. Comienza a desesperarse, grita, golpea, patea las puertas pero ninguno de sus intentos logra acabar con su desgracia, el calor que comenzaba a sentirse se tornaba insoportable, sumado al hambre y a la desesperación que se apoderaban lentamente de él.
Pablo siente como su cuerpo se va desvaneciendo poco a poco, el sudor comienza a correr violentamente sobre su cuerpo, las gotas caen pesadas por su rostro, comienza a faltarle el aire, ya casi sin fuerzas, Pablo se siente asfixiado por la falta de aire, sigue desesperadamente intentando salvar su vida, pero de ningún modo logra abrir la puerta.
De repente escucha unos pasos acercarse y el ascensor comienza a moverse lentamente, pero ya es, lamentablemente, demasiado tarde, cuando en el último abrir y cerrar de ojos ve a su hermano que intenta hacer todo lo que puede para salvarle la vida.
Con todo su cuerpo mojado por el sudor, cubierto de sangre que había perdido por las heridas, morado por la precaria respiración que aquel lugar le ofrecía, cae al suelo donde un ambiente pesado lo envuelve y lo acompaña, como burlándose de su desgracia a un destino jamás previsto.

Luisina

Comentarios

  1. Me gustó mucho el cuento de Luisina y Delia, Muy bien redactados. Magui..

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  2. Me gusta mucho el de Luisina.. No solo la historia sino la forma de contarlo y el bien uso de las palabras..
    Stefania

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  3. El de Luisina muy bueno!

    Andres!

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  4. Me parece que al cuento de Santiago le falta suspenso, algo de coplejidad en cuanto a la forma de redaccion y un titulo mas jugado.
    Me gustan mucho los cuentos de Delia y Luisina, muy bien redactados y responden a la consigna del profe perfectamente.
    Delia: creo que te falto una palabra cuando pasaste el cueno, falta ERA niña, en el segundo parrafo.
    (todas mis criticas son constructivas, lo pongo en todos los comentarios para que nadie se ofenda)
    Macarena

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  5. Me gustan los cuentos. El de Santiago para mi le falta mas suspenso. El cuento de Luisina me gusto mucho el tema, y las palabras que utilizó.
    Lucia

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  6. ¡De a poco se van animando! Andrés, ¡¿podrías ampliar un poco de la respuesta explicando qué te gustó más de ese cuento?
    Muy bien fundamentadas las demás opiniones...

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