Literatura y humor

Aporto este material que leeremos y analizaremos en clase para conformar el marco teórico de la unidad.

NADA SERIO

Los lugares para lo cómico son muchos. Constantemente el efecto de lo humorístico acecha lo cotidiano: ahí, justo en la situación más solemne, cuando era obligatorio permanecer “circunspectos y en silencio”, surge un pensamiento contradictorio, un escándalo lógico que nos muestra desde afuera esa situación en la que estamos comprometidos. Nuestro cuerpo sigue ahí, mientras un “no me importa” grandilocuente amenaza con ponernos en evidencia. Pronto no podremos evitarlo: una mirada cómplice, otro que está en la misma desencadena un mecanismo inevitable que, desafiante, nos pone en la vereda de enfrente de la solemnidad, el acartonamiento y los convencionalismos. Así el acto del día de la Bandera, la clase de Literatura o un acalorado sermón paterno pueden ser situaciones propicias para que lo humorístico se haga presente.
Una asociación oculta, una relación inesperada, un juego de ideas, de palabras, de contraste, una conexión caprichosa, una frase desconcertante pero a la vez esclarecedora, un juicio mordaz, irónico, cáustico, todas son variantes de lo humorístico en la vida cotidiana. Sea que nos tentemos a solas o que nos riamos frente a un cómplice o que irrumpamos con un chiste de ocasión, lo humorístico ocupa un lugar central en la vida de todos los días.
Pero las cosas no son tan sencillas. Sucede que al humor se lo podría definir como un poder: el poder reírse que supone a la vez un saber, que no se aprende recibiéndose de bachiller, ni haciendo cursos acelerados; se trata más bien de una actitud, un modo de mirar que nos convierta en poseedores de un sexto sentido: precisamente decimos que alguien tiene “sentido del humor”. Aquí la cosa se define en la disyuntiva entre reír(se) o más bien entre saber reír(se) o no saber reír(se) y poder o no poder atribuir nuevos sentidos al rutinario y gris sentido común.
Saber reír(se) es, entonces, hacer uso de una competencia, una habilidad que se expande hacia distintas zonas de lo real, según sea la función que cumpla el humor en cada caso. Contra lo solemne, contra lo oficial, contra las instituciones, contra las convenciones sociales, contra el lenguaje, contra la familia, contra la lógica y construyendo otra, el humor aparece una y otra vez cuestionando distintos órdenes.
Ese carácter contestatario que puede asumir el humor nos pone frente a otros saberes que acompañan a este saber reír(se): la economía, la historia, la sociedad, la política, la educación son algunos de los saberes que, junto con la habilidad de reírse se ponen en juego en el juego de humor.
El humor, un espacio de saberes múltiples, se expande más allá de lo cotidiano; se inserta, aunque no siempre cómodamente, en los medios más diversos. Convertido en profesión, el humor acecha desde las revistas, los diarios, la radio y la televisión. También en el teatro, en los espectáculos musicales y en la literatura, el humor ocupa su espacio.

Claudia López y Gustavo Bombini,
¡¡Nada serio!!, Libros del Quirquincho, Coquena Grupo Editor, Buenos Aires, 1990 (fragmento)

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